Mi abuelo es un hombre simpático, amable y muy sincero, pero desde hace días está un tanto extraño, cuando le pregunto de donde vienes, él contesta con respuestas tontas como:
- Pues, mi querida nieta, es una pregunta muy buena.
Y salía corriendo. Yo en un momento pensaba que algo raro tenía escondido, pero en realidad no lo pensaba sino estaba segurísima de que tenía un secreto.
Un viernes, cuando yo salía de la escuela vi a mi abuelo en la calle "Romero y Salero", yo lo seguí. Entró en una casa donde le esperaba una viejecita en silla de ruedas, yo sabía que algo estaba pasando y era muy extraño, y lo iba a averiguar. Entonces salió, lo perseguí pero se montó en el coche y se fue.
Al día siguiente se fue a las cinco y no volvió hasta las diez de la noche, más o menos.
Entonces el martes, ocurrió lo que tenía que pasar, ese día me fui con mi madre al parque, ella estaba tan concentrada en la charla, que en un momento inesperado me fui, y por casualidad mi abuelo estaba allí, en la cafetería de al lado, me monté en el coche y me fui con él, sin que él se diera cuenta. Llegamos a la casa del otro día y yo entré en la casa y vi una habitación donde los viejecillos iban allí a pasar el rato. Cuando volvimos a casa le pedí una explicación y mi abuelo me dijo:
- Esque no te lo dije, porque seguro de que te ibas a reír y a pensar mal.
Yo le dije que hiciera lo que hiciera él era mi abuelo y que lo quiero por lo que es.
Entonces desde aquel día no me volvió a esconder secretos.