Todo empezó el sábado de la semana pasada cuando iba a desayunar para ir al colegio, de repente empecé a estornudar y fue el estornudo tan fuerte que derramé el vaso de la leche, mi madre me echo una buena, pero mi abuelo decía que yo no tenía la culpa. Llegó la hora de acostarse y subiendo las escaleras para ir a mi cuarto escuché un ruido muy raro, pero no le hice caso. Al despertar todo estaba patas arriba, las sillas volcadas, el sofá rasguñado y las cortinas en el suelo, me parecía muy misterioso, lo cual a mí me encantaba, seguí el rastro de la cortina y llegué al desván, vi una sombra y salí corriendo, lo volví a intentar pero el olor era insoportable y decidí no ir más, cuando llegué del colegio toda mi casa estaba llena de moscas, ¡qué raro! Entonces miré detrás de la lámpara y adivinad lo que encontré, pues... un precioso gato rubio que no olía nada bien, mi abuelo me miró fijamente y entonces descubrí el secreto de mi abuelo, yo sabía que al fin y al cabo mi madre lo descubriría, pero un secreto es un secreto y no lo debemos desvelar.